Alborada

Que hermosa me pareció la mañana
cuando me besó el sol al amanecer
y saciándonos de caricias y de alabanzas
prometimos un amor sincero.

Colores del edénico otoño
impregnados de almizcle y de perfumes sacrosantos
llegaron a mí como dulces vírgenes enamoradas
que te cantan dulce alborada.

¡Oh! fresco rocío que recorres mi rostro
imitando la sensualidad de un amante
llenando de un luminoso éxtasis a mis sentidos.

Mira cuantas ilusiones recreas
en mi lújubre pero loca imaginación
que se llena de esperanzas con solo admirarte
mi nínfula alborada.

Que hermosa me pareció pues la mañana
cuando solitaria y pensativa abrazaba
las insólitas pasiones de mi mirada
y el calor que emanaba de su pecho.